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lunes, 22 de febrero de 2016

ESTILOS DE APRENDIZAJE.

ESTILOS DE APRENDIZAJE

Cada persona tiene su forma particular de aprender. Se pueden mencionar tres maneras principales para entender y captar la información: visual, auditiva y kinestésica. Algunos comprenden mejor cuando miran imágenes o leen y tienen una capacidad grande para la abstracción y el análisis (modalidad visual). Otros aprenden más rápidamente cuando reciben explicaciones y pueden expresarse con palabras (modalidad auditiva). Y, hay otros que tienen la capacidad de aprender mejor cuando hacen cosas y están en movimiento (modalidad kinestésica).
Todas las personas tienen un estilo para aprender. El estilo personal, afecta profundamente la manera en la que un maestro enseña pues, por lo general, se enseña en el estilo en el que uno aprende.
A continuación desarrollaremos una clasificación de cinco estilos básicos de aprendizaje, aunque es preciso tener en claro que son aproximaciones y descripciones de una cierta tendencia, pero de ningún modo son compartimentos estancos y puros. Los cinco estilos son: conversar, escuchar, innovar, ver y hacer.

Los estilos se caracterizan por:
Conversar: Las personas que tienen este estilo se relacionan con facilidad y les encanta participar en grupos. A ellos les gusta expresar sus ideas en público. Son personas que se sienten cómodas en situaciones sociales. Aprenden en el intercambio con otros.
Escuchar: Las personas que tienen este estilo prefieren escuchar antes de emitir algún juicio. Les gusta analizar las cosas desde diferentes perspectivas; siempre buscan un conocimiento más profundo del asunto. Ellos quieren saber lo que opinan los expertos.
Innovar: Las personas que tienen este estilo son intuitivas. Son personas que construyen un nuevo conocimiento a partir de lo que ya saben. Son creativos por excelencia. Ellos llevan adelante tareas y actividades aún asumiendo los riesgos. Ellos prefieren probar y equivocarse, antes de quedarse de brazos cruzados.
Ver: A las personas que tienen este estilo les gusta aprender de experiencias directas. Ellos comprenden al ver ejemplos y modelos. Son personas que les gusta leer. Entienden mejor cuando miran diagramas y gráficos, cuando los nuevos conocimientos son presentados a través de imágenes, fotos o dibujos.
Hacer: Los que tienen este estilo son activos. Son personas que influyen en otros para que las cosas se lleven a cabo. Ellos son movilizados por la acción. Son muy prácticos y buscan que toda enseñanza pueda aplicarse. Ellos quieren hacer y ayudar para que las cosas salgan.
Todas las personas tienen un estilo predominante, pero también tienen algo de los otros. No hay estilos mejores que otros, son maneras, son formas de aprehender y responder al mundo.
Es importante que los maestros conozcan los estilos para identificar cuál es el propio. Sin duda esto va a mostrar una tendencia en la elección de métodos y recursos al enseñar. Cada maestro utilizará los métodos que respondan más a su estilo. Pero, los alumnos también tienen sus propios estilos. Por eso, debemos conocerlos para utilizar métodos y recursos que respondan a los cinco estilos y, de esta manera, lograr que todos puedan aprender y lo hagan en su propio estilo.
Por Karen Gustafson y Jessica Ibarbalz

viernes, 19 de febrero de 2016

COMO AYUDAR A LOS NIÑOS FRENTE A LOS DESASTRES NATURALES.



La ansiedad intensa y el temor que a menudo aparecen después de un desastre pueden ser especialmente problemáticos para los niños sobrevivientes, especialmente si éstos han sido víctimas directas del desastre o si han sido separados de sus familias.
 Algunos niños pueden tener regresiones y exhibir conductas de edades anteriores, tales como chuparse el dedo o mojar la cama. Es posible que sean propensos a tener pesadillas y que presenten temor a irse a dormir solos. Su desempeño en la escuela también puede sufrir. 
Otros cambios en los patrones de conducta pueden incluir hacer rabietas con más frecuencia o aislarse y mostrarse más solitarios.
Hay varias cosas que los padres y otros que se ocupan de los niños pueden hacer para aliviar las consecuencias emocionales del trauma. 
Entre ellas están:
Pase más tiempo con los niños y permítales ser más dependientes de usted durante los meses posteriores al trauma. 
Por ejemplo, permitiendo que el niño se aferre a usted más de lo usual. El afecto físico es muy reconfortante para los niños que han experimentado un trauma.
Provea experiencias de juego que ayuden a aliviar la tensión.
 Los niños más pequeños en particular encuentran más fácil compartir sus pensamientos y sentimientos acerca del evento a través de actividades no verbales, tales como el dibujo.
Esté disponible y estimule a los niños mayores a hacer preguntas, así como a compartir sus pensamientos y sentimientos con usted y entre ellos mismos. 
Esto ayuda a reducir su confusión y la ansiedad relacionados con el trauma. Responda a las preguntas en términos que ellos puedan comprender. Tranquilícelos repetidamente y dígales que usted se interesa por ellos y que comprende sus temores y preocupaciones.
Mantenga horarios regulares de actividades tales como comer, jugar e ir a la cama para ayudarles a restaurar un sentido de seguridad y normalidad incluso si su familia ha sido ubicada en un albergue o en otra vivienda temporal.
Provea oportunidades seguras para que los niños ayuden a otros. Ayudar a otros les permite una sensación de control y les puede ayudar a sentirse mejor con ellos mismos.
Reduzca el número de veces que el niño ve el trauma en las noticias. Repetida exposición a la difusión de noticias del desastre puede traumatizarlos aún más.

lunes, 8 de febrero de 2016

LA IMPORTANCIA DE LA ESTIMULACIÓN TEMPRANA.



La importancia de la estimulación temprana es tal que se considera un requisito básico para el óptimo desarrollo del cerebro del bebé, ya que potencia sus funciones cerebrales en todos los aspectos (cognitivo, lingüístico, motor y social)

Nuestro cerebro requiere información que le ayude a desarrollarse. Su crecimiento depende de la cantidad, tipo y calidad de estímulos que recibe; las capacidades no se adquieren sólo con el paso del tiempo

El bebé precisa recibir estos estímulos a diario, desde el momento de su nacimiento. Si recibe estímulos pobres, de una forma irregular o en cantidad insuficiente, el cerebro no desarrolla adecuadamente sus capacidades al ritmo y con la calidad que cabría esperar. Por otro lado, una estimulación temprana, abundante, periódica y de buena calidad nos garantiza un ritmo adecuado en el proceso de adquisición de distintas funciones cerebrales.
La estimulación temprana de los niños es más eficaz porque su cerebro tiene mayor plasticidad; esto hace que se establezcan conexiones entre las neuronas con más facilidad, rapidez y eficacia.
Las deficiencias o falta de estimulación en el primer año de vida del bebé pueden tener consecuencias en el desarrollo óptimo de sus habilidades motoras, cognitivas, lingüísticas y sociales.
En muchas ocasiones los padres, aún sabiendo y siendo conscientes de lo importante que es una buena estimulación temprana, suelen pasar por alto algunos aspectos fundamentales, tales como su caracter general (es decir, que abarcan todas las áreas del desarrollo y no centrarnos sólo en una en concreto), la abundancia de estímulos o la regularidad en el tiempo.
No sólo se trata de reforzar, por ejemplo, aspectos intelectuales o lingüísticos, sino que la estimulación temprana también debe abarcar las demás áreas (motora, sensorial y social) del desarrollo del niño.
El cerebro de nuestros hijos puede procesar y adquirir toda una serie de conocimientos mediante la repetición sistemática de estímulos o ejercicios simples, comúnmente llamados unidades de información o bits. De este modo, lo que se hace es ayudar a reforzar las distintas áreas neuronales (relacionadas con el lenguaje, la motricidad, la inteligencia…)
El máximo desarrollo neuronal está comprendido entre el nacimiento y el tercer año de vida, para luego ir poco a poco desapareciendo hasta llegar a los seis años, momento en el que las interconexiones neuronales del cerebro ya están establecidas y los mecanismos de aprendizaje se asemejan a los de un adulto.
Nuestro hijo nace con un gran potencial y, para que ese potencial se desarrolle al máximo de la forma más adecuada y satisfactoria, nosotros somos los encargados de aprovechar esa oportunidad en su proceso de maduración.
Todo esto lo podemos hacer aprendiendo a leer el comportamiento de nuestro bebé, a respetar sus necesidades, a hacerle sentirse bien y cómodo, a proporcionarle una alimentación sana y equilibrada, a asegurarnos de que lleve una vida saludable y, lo esencial, a jugar con él.
En conclusión, la estimulación temprana en los bebés es importante ya que aprovecha la capacidad y plasticidad del cerebro en su beneficio para el desarrollo óptimo de las distinas áreas. Todo esto se logra proporcionando una serie de estímulos repetitivos (mediante actividades lúdicas), de manera que se potencien aquellas funciones cerebrales que a la larga resultan de mayor interés.