Orientación básica, destinada a maestros que deben acompañar a niños que han pasado por situaciones difíciles.
. Ayudar al niño a comprender, que cuando muere un ser querido es totalmente normal sentirse triste y confundido, tener ganas de llorar, sentir miedo, no saber que decir, y tener la necesidad de hablar de la persona que ha fallecido.
.Aceptar y respetar los sentimientos del niño y no minimizarlos.
.Ayudarle a sentirse seguro. en caso de fallecimiento de padres o familiares cercanos, puede sentir temor de no saber quién cuidará de el/ella. Asegurarle que no importa lo que pase, Dios siempre lo cuidará y nunca lo abandonará.
.Ayudarle a encontrar fortaleza y consuelo en la Palabra de Dios versículos de apoyo: 1 Tes. 4:13-18, Deuteronomio 31:8, Salmo 23, Salmo 27:10, Mateo 5:4, Mateo 11: 28-30, Juan 14, 16, 18, Hebreos 13:5. Explicar la Palabra de Dios de una manera sencilla, aplicándolos de manera personal a la situación particular del niño.
.Posteriormente explicarle que ocurre con la muerte. aun cuando el cuerpo, que contiene la verdadera persona en su interior, deja de funcionar por diversas causas, la persona real continua viva. Los hijos de Dios tenemos la seguridad de reencontrarnos nuevamente.
.Alentarle a recordar cosas buenas y momentos gratos compartidos con la persona fallecida.
.Superar una pérdida es un proceso que lleva su tiempo de elaboración y de reacomodación. Cada niño es un ser único e irrepetible. Tenerle paciencia y ser sensible.
.Mantener con el niño una comunicación afectuosa basada en lazos de confianza.