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jueves, 15 de septiembre de 2016

Apacienta mis Corderos


La tercera parte de la población mundial son niños. Esta cifra nos impulsa a obedecer el mandato de nuestro Señor Jesucristo cuando le dijo a Pedro: «Apacienta mis corderos». ¿Se refería Cristo a los niños cuando le comisionó esto a Pedro? El siguiente artículo nos pone a pensar sobre este mandato y la razón que puede tener.

Los corderitos del Señor

El Señor Jesús expresó interés hacia los niños cuando ordenó a Pedro en Juan 21:15: «Apacienta mis corderos». Es razonable deducir que aquí se refiere a niños. Los corderos son los menores del rebaño. En los dos versículos que siguen da a Pedro dos órdenes adicionales: «Apacienta mis ovejas». Vimos en artículos anteriores que aproximadamente ¡los dos tercios de la población mundial son adultos y la tercera parte son niños!

La primera prioridad y preocupación de cualquier pastor siempre son los corderos porque son las ovejas del futuro, y su primera responsabilidad es alimentarlos porque el futuro de él depende de ellos. Además con frecuencia son incapaces de alimentarse a sí mismos. Siempre hay algo atractivo en los corderos y su impotencia que hace brotar un amor especial y en consecuencia una atención especial. 
Las ovejas que constituyen las dos terceras partes de la población necesitan ser pastoreados (Juan 21:16) y necesitan alimento (Juan 21:17). Pero la primera prioridad y atención siempre se debe dirigir hacia los pequeños que por sí solos son tan impotentes e indefensos. Cualquier hacendado o pastor confirmará esto.

Dr. Richard Lenski, el conocido comentarista de la Biblia, escribe: «Jesús menciona primero a los corderos no porque sean de menor valor o requieran menos cuidado sino al contrario. Jesús aquí pone a sus más preciadas posesiones bajo el cuidado de Pedro. La alimentación y nutrición espiritual de los niños se establece aquí como la primera parte del oficio apostólico.»

Mateo Henry, el comentarista de la Biblia, dijo al predicar a pastores en el año 1713: «Los ministros de Cristo deben entender que tienen la responsabilidad de alimentar a los corderos del rebaño de Dios... sea en público o en privado, en solemnes asambleas religiosas o en reuniones llevadas a cabo con ese propósito específico.»

El amor y la preocupación de nuestro Señor hacia los corderos se ven claramente también en Isaías 40:11: «Como un pastor que cuida su rebaño, recoge a los corderos en sus brazos; los lleva junto a su pecho, y guía con cuidado a las recién paridas».
Nuestra reacción podría ser la de David en el Salmo 34:11 cuando escribió: «Vengan, hijos míos, y escúchenme, que voy a enseñarles el temor del SEÑOR».

Para concluir, recuerde: Evangelizamos a los niños porque parecen estar tan cerca del corazón de nuestro Salvador quien desea que vengan a él.

Carlos Spurgeon escribió:
Cuando nuestro Señor bendijo a los niños, estaba realizando su último viaje a Jerusalén. Fue por lo tanto una bendición de despedida la que dio a los pequeños y nos recuerda el hecho de que entre sus últimas palabras a sus discípulos, antes de ascender, hallamos el tierno encargo: «Apacienta mis corderos». El gran Pastor de Israel, quien «recoge los corderos en sus brazos y los lleva junto a su pecho», sentía con fuerza esa pasión, y fue apropiado que durante su viaje de despedida otorgara su bendición a los niños.

domingo, 11 de septiembre de 2016

El Desarrollo de Autoestima en los Niños



Como adultos, entendemos que nuestra auto-imagen depende de que entendamos el enfoque de Dios en cuanto a nosotros. Él nos creó un poco menor que los ángeles, y nos dio a Su Hijo para salvarnos. Esto quiere decir que somos importantes para Dios, y que Él nos ha otorgado gran valor.
Así que, ¿cómo podemos inculcar en nuestros hijos autoestima adecuada?

Debemos tratar a nuestros hijos como regalos del Creador.

El salmista escribió: “He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre” (Salmos 127:3). Los niños son importantes ya que son regalos de Dios. Esto es cierto, sea que se hable de niños biológicos o adoptados. Dios nos da a nuestros hijos. Nosotros debemos reconocer esto y entender esto.

No debemos esperar más de lo que pueden realizar.

En Colosenses 3:21, Pablo escribió a los padres cristianos en Colosas: “Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten”. Hay un límite entre animar a nuestros hijos a ser mejores y hacer las cosas mejor y esperar más de lo que ellos pueden dar. Algunas veces los padres pueden ser impacientes, no permitiendo que sus hijos crezcan y maduren. Algunas veces esperamos que un niño de 10 años se comporte y piense como una persona de 20 años. Desde luego, este no es un enfoque realista.

Debemos proveer un hogar estable que es funcional y pacífico.

Si queremos que nuestros hijos tengan autoestima saludable, necesitamos fortalecer nuestros matrimonios. Nuestros hijos desarrollarán un enfoque en cuanto a la vida, en cuanto a otros y en cuanto a sí mismos al observar la manera en que el padre y la madre interactúan entre ellos. ¿Respeta a su cónyuge? ¿Escucha a su cónyuge? Cuando usted y su cónyuge tienen un desacuerdo, ¿discuten sin respeto y entendimiento? Si regaña a su cónyuge por algo que relativamente no tiene importancia, su hijo entenderá que usted también le regañará por algo irrelevante. Eso crea autoestima baja. Ellos tendrán dudas de realizar algo ya que sentirán temor de cometer un error y ser regañados. Una familia funcional crea a un niño saludable.
Esto nos lleva a un punto principal. Especialmente el padre es responsable de crear un ambiente saludable para la familia—no solo físicamente, sino también emocionalmente, psicológicamente, socialmente y espiritualmente. Si su hijo sabe que usted desea su mayor beneficio, entonces le podrá transmitir amor, valor y respeto. Como resultado, él tendrá autoestima adecuada. La enseñanza frecuente de la Biblia también ayuda a desarrollar la “estima de Dios” que sus hijos necesitan. Ellos necesitan tener una relación con Dios, y la manera de lograr esto es al enseñarles la Palabra de Dios.

Debemos permitir que los niños sean niños.

Los niños necesitan tiempo para jugar y relajarse. A veces pensamos que nuestros hijos deben estar muy ocupados desde el momento que les recogemos del colegio hasta el momento que van a dormir. Tenemos un horario para ellos. Se les fuerza a pensar y actuar constantemente. Algunos años atrás leí un libro que algunos investigadores educacionales escribieron. El título revela mucho: Einstein No Usaba Tarjetas de Ayuda Pedagógica. Tenga un tiempo estructurado de juego.

Debemos enfocarnos en las fortalezas de nuestros hijos en vez de sus debilidades.

Puede darse el caso de que nosotros seamos fuertes en el área que ellos son débiles, así que podemos compararnos (injustificadamente) con ellos. Considéreles como personas únicas, hechas a la imagen de Dios, con una mezcla de fortalezas y debilidades. Permítales que formen su propia personalidad, y enfóquese y enfatice sus puntos fuertes.

Debemos recordar que los niños también son seres humanos.

Yo tengo siete años más que mi hermano. Recuerdo que cuando éramos pequeños, mi padre ocasionalmente preguntaba en cuanto a mi hermano: “¿Por qué hizo eso?”. Mi mamá entonces respondía: “Porque él tiene solamente 3 años”. Mi madre estaba permitiendo que Tim (mi hermano) se comportara como un niño, creciera y cometiera sus propios errores. Sea pronto en perdonar a sus hijos. Si ellos necesitan pagar algo por romper algo, está bien. Pero no se involucre en la idea de la balanza de las buenas obras y malas, enseñando a sus hijos que deben hacer una obra buena por cada obra mala que hagan. Si tiene que disciplinarlo, hágalo. Luego perdóneles y continúe.

En cuanto a sus debilidades, debemos enseñarles a superar los obstáculos.

Vencer los obstáculos es una manera fantástica de desarrollar autoestima. Puede hacer una lista de soluciones. Luego evalúe las soluciones para ver cuál funcionará bajo la circunstancia dada. Escoja una solución; si no funciona, trate algo diferente. Si ayuda a sus hijos a evaluar las soluciones y escoger las que pueden funcionar, una vez que encuentren la solución, ellos se sentirán exitosos.

Debemos disciplinarles con amor.

Emocionalmente, psicológicamente y espiritualmente, los niños necesitan instrucción y disciplina. Observe a sus hijos, y lo que ellos disfrutan, y use tales cosas para enseñarles disciplina. Esto tal vez no funcione o no sea recomendable para cada niño; pero por ejemplo, en el caso de mi hija mayor, si le digo que no tendrá acceso a sus libros de lectura hasta que no haga algo, ¡entonces eso le motiva a hacer una tarea determinada!

Finalmente, debemos ayudarles a desarrollar un sentimiento de pertenencia.

Hágales saber que está contento de que ellos estén en casa después de haber ido al colegio, etc. Hágales saber que está agradecido de que estén juntos. Dios dice que cada cristiano es una parte vital del cuerpo. También se necesita enseñar esto a los niños en cuanto a su familia física, y se debe procurar que ellos sientan lo mismo al respecto. Los quehaceres del hogar u otras tareas ayudan a que los niños se sientan necesitados y valiosos.
Es mi oración que Dios nos ayudará a preparar a nuestros hijos para que pasen la eternidad en el cielo con Él.
Fuente:  “Building Self-Esteem” Moisés Pinedo.